Un viaje con el aviador de Saint-Exupéry
Victorien Liria, conocido como Maye, nació en 1990 en Sète, ciudad portuaria de la región francesa del Languedoc, de donde proceden Paul Valéry, Georges Brassens, pero también los pintores Pierre François, Robert Combas y los hermanos Di Rosa. Comenzó a dibujar a los 13 años antes de dedicarse al arte callejero, creando primero letras y luego, escenas figurativas. Como artista autodidacta, la Internet le permite promocionar sus obras y le otorga acceso a los festivales de arte urbano. Aunque el trabajo en colaboración le ha permitido integrar diferentes técnicas e influencias, es consciente de que sólo el paso a la pintura sobre lienzo permitirá que su obra adquiera la inmortalidad. Así que esto es lo que ha estado haciendo desde 2013.
Un viaje con el aviador de Saint-Exupéry
Victorien Liria, conocido como Maye, nació en 1990 en Sète, ciudad portuaria de la región francesa del Languedoc, de donde proceden Paul Valéry, Georges Brassens, pero también los pintores Pierre François, Robert Combas y los hermanos Di Rosa. Comenzó a dibujar a los 13 años antes de dedicarse al arte callejero, creando primero letras y luego, escenas figurativas. Como artista autodidacta, la Internet le permite promocionar sus obras y le otorga acceso a los festivales de arte urbano. Aunque el trabajo en colaboración le ha permitido integrar diferentes técnicas e influencias, es consciente de que sólo el paso a la pintura sobre lienzo permitirá que su obra adquiera la inmortalidad. Así que esto es lo que ha estado haciendo desde 2013.
L’aviateur, 2019, Abbaye D’Auberive ©A.Volot
Sus temas son narrativos y oníricos. En una naturaleza imaginaria o en ciudades recompuestas, surgen personajes mitad hombre, mitad máquina, como grandes marionetas flexibles, elegantemente articuladas en torno a piezas mecánicas. La mayoría de las veces, no podemos ver los ojos de estos personajes esbeltos, tan dinámicos, gracias a sus posturas estilizadas que se ven en posiciones de perfil o de dos tercios. Las máscaras, las gafas de sol, la sombra proyectada por un sombrero o una gorra, todo ello permite a sus sujetos escapar de la trampa de una mirada que impediría al espectador proyectarse en ellos, o conocer las verdaderas intenciones del pintor.
En el cuadro que se presenta aquí, el tercer escenario típico de Maye (el vacío de color) se utiliza para resaltar una figura flotante y centrada que se mueve de izquierda a derecha. Este representa al aviador-escritor Antoine de Saint Exupéry lanzando al aire su creación literaria, El Principito, en un avión de papel. Bajo el personaje, a la derecha, vuela el libro homónimo entreabierto, donde podemos imaginar que las páginas están escritas con el texto del relato filosófico.
El aviador utiliza todos los códigos de los personajes de Maye. Su cuerpo grande y delgado, desprovisto de músculos, con sus grandes pies y sus largos y finos dedos, está partido en dos, como si la ingravidez en la que se mueve lo hubiese desarticulado. Como si se tratara de un personaje de un juego de construcción, vemos que las uniones están formadas por hélices, motores de avión y cables eléctricos. El traje del personaje es el de los aviadores de principios del siglo XX, sobre todo el gorro, cuyos protectores de orejas se apoyan traviesamente en los motores de los aviones como si fueran las alas de un bimotor.
El conjunto es impulsado o apoyado por una máquina bajo su suela izquierda.
Sin embargo, Maye no olvida su herencia como rotulista, dando profundidad al fondo mediante un encaje de letras, como caligrafía árabe escrita con cálamo, en tonos azules. Es imposible no pensar en el destino de Saint Exupéry, que murió el 31 de julio de 1944 frente a la costa de Marsella mientras pilotaba su Lockheed P-38 Lightning sobre el Mediterráneo.
El Principito, publicado un año antes en Estados Unidos, acababa de despegar para convertirse en un superventas mundial, traducido a 361 idiomas.
L’aviateur, 2016, festival Mister Freeze Toulouse, ©Posca
1 abril 2021